Alberto Saavedra da vida a Manolo en la nueva producción del Canal Caracol: ‘Clase Ejecutiva’. “A Manolo le presto la nobleza y el temor a meterse en problemas”, cuenta Alberto Saavedra sobre el nuevo rol que personifica.
A principios de los años 70, comenzó haciendo radionovelas en Caracol, ofreciéndole una oportunidad de subsistencia durante 10 años. Luego cuando surgió la televisión, Alberto no quiso desaprovechar el momento. “Tuve la suerte de trabajar al lado de los mejores directores. También lo hice con Álvaro Ruiz, quien entonces dirigía telenovelas y ‘Caso juzgado’ ”, cuenta Alberto, que contó que no recuerda una buena niñez ni adolescencia.
Entre los personajes que ha realizado y que más gratitud le han dejado están el maestro Darío Echandía, cuando participó en ‘El Bogotazo’ y ‘La vida’, de Alfonso López Pumarejo, ambas series dirigidas por Jorge Alí Triana. “Tuve miedo de interpretar a una personalidad tan sólida y respetable. Pero la satisfacción llegó cuando recibí un telegrama de una sobrina de ese gran político en la que me felicitaba y me confesaba que su tío gozaba con el personaje. Fue un alivio muy grande”, recuerda el veterano actor.
Al actor le recordamos últimamente por producciones como ‘El auténtico Rodrigo Leal’, ‘El pasado no perdona’, ‘La pasión según nuestros días’, ‘Vecinos’ y por último ‘Clase Ejecutiva’.
A diferencia de Manolo, su personaje en ‘Clase Ejecutiva’; Alberto Saavedra es un ‘gomoso’ de la tecnología pues le gusta estar a la vanguardia. Cuando los descansos de las grabaciones se lo permiten, revisa su correo electrónico, envía mensajes de texto y actualiza las novedades en su cuenta de Facebook y como le gusta estar informado, lee las versiones online de sus publicaciones favoritas.
-Alberto, ¿cómo es tu personaje de ‘Clase Ejecutiva’?
Es un personaje muy lindo porque tiene muchas facetas, tiene momentos críticos y de desesperación. Tiene tendencia de holgazán, de vivir la vida bien, pero sin mucho esfuerzo. Sin embargo, siempre lo meten en una cantidad de cosas que no quisiera, desde la esposa que le obliga a aceptar la gerencia. Es un hombre que nunca va a estar tranquilo porque le pasan muchas cosas.
-¿Te pareces en algo a Manolo?
No me parezco en que me dé pereza hacer las cosas, pero todos los personajes que uno encarna deben tener algo de uno, digamos que lo que yo le presto es la nobleza y el temor a meterse en problemas.
-¿Qué pueden aprender los televidentes de Manolo?
Qué pueden y qué no deben (risas). No deben aprender la forma de encarar sus situaciones laborales. Deben aprender la resignación y el aguante que él tiene para las situaciones que se le presentan en la vida.
-¿Qué es lo más atractivo de ‘Clase Ejecutiva’?
Las situaciones son muy variadas y divertidas. A través de las aventuras se van a ver representados los personajes del mundo del turismo.
-Fuiste hijo único, ¿cómo recuerdas tu niñez?
Siempre pensé que la presencia de los hermanos era necesaria, aunque fuese uno o una. Ni mi niñez ni mi adolescencia fueron gratas; tuve que sortear muchos obstáculos, pero creo que eso me enseñó a valorar mis sacrificios y los que hicieron por mí. En Cali (Colombia) inicié el bachillerato y luego cuando regresé a Bogotá, lo terminé asistiendo a clases nocturnas. Luego me inscribí en la Universidad Nacional de Colombia para estudiar música, estudios que complementé en la Universidad del Valle.
-Tu madre siempre se opuso a que te dedicarás al medio artístico, ¿y tu padre?
Por razones que aún no me explico, mi madre me dijo que Luis Augusto Guzmán, un señor que nos frecuentaba y estaba muy pendiente de mí, era mi padrino. Pero en 1970 mi madre me confesó junto a su lecho de agonía que era mi verdadero padre.
-¿Cómo pudiste afrontar tus estudios de música, sin el apoyo económico de tu madre?
Me fui a Medellín donde conocí a Amparo, la dueña de un cabaret que me vio sentado frente a un ventanal del negocio observando atentamente el show, me ofreció ayuda para que continuara mis estudios de música y me adoptó como su hijo. Con el tiempo tuve que escapar porque ella, temerosa de que ese hijo que nunca tuvo la dejara, solía amarrarme a la cama de su habitación con una cadena.
-¿Y has tenido la oportunidad de volver a verla?
Hace unos años, cuando estuve en Medellín (Colombia), de gira con la comedia musical de ‘Peter Pan’, quise buscar ese lugar, pero me arrepentí y sólo recreé esa etapa recordando la extraña actitud de Amparo, la mujer de dudosa ortografía que me ayudó, pero que intentó someterme como a un esclavo.
-¿Cómo recuerdas tu rápida incursión en la paternidad?
Un desliz de juventud, con una atractiva actriz de teatro, me convirtió en imberbe padre a escasos 17 años. Acostumbrado ya a asumir con valor mi responsabilidad recibí complacido a Mario, mi hijo que hace 30 años vive en México, es escritor y crítico de música.
-¿Ahora estás feliz al lado de tu esposa?
Sí. Con mi esposa nos conocimos en la Casa del Gordo por intermedio de Alfredo González y el matrimonio prácticamente nos lo organizó Gloria Gómez en menos de lo que canta un gallo. Por fortuna han sido años de tranquilidad y apoyo mutuo. Hace 30 años me casé por lo civil con Isabel Cristina, con quien tengo dos hijos: César de 29 años y Sonia Isabel de 20.
-¿Y cómo recuerdas tu incursión en la actuación, transmitiendo radionovelas?
Tuve la suerte de trabajar al lado de los mejores directores. También lo hice con Álvaro Ruiz, quien entonces dirigía telenovelas y ‘Caso juzgado’.
-¿Qué personaje recuerdas con cariño?
Entre los personajes que he realizado y que más gratitud me han dejado están el maestro Darío Echandía, cuando participé en ‘El Bogotazo’ y ‘La vida’, de Alfonso López Pumarejo, ambas series dirigidas por Jorge Alí Triana. Tuve miedo de interpretar a una personalidad tan sólida y respetable. Pero la satisfacción llegó cuando recibí un telegrama de una sobrina de ese gran político en la que me felicitaba y me confesaba que su tío gozaba con el personaje. Fue un alivio muy grande.
-¿Y cómo recuerdas tu trabajo para niños en teatro?
Me encanta trabajar para los niños porque son seres agradecidos y sin prevenciones. Dicen lo que sienten y ya. Fue Yoyo en ‘Peter Pan’, al lado de María Cecilia Botero en una temporada en el teatro.
A principios de los años 70, comenzó haciendo radionovelas en Caracol, ofreciéndole una oportunidad de subsistencia durante 10 años. Luego cuando surgió la televisión, Alberto no quiso desaprovechar el momento. “Tuve la suerte de trabajar al lado de los mejores directores. También lo hice con Álvaro Ruiz, quien entonces dirigía telenovelas y ‘Caso juzgado’ ”, cuenta Alberto, que contó que no recuerda una buena niñez ni adolescencia.
Entre los personajes que ha realizado y que más gratitud le han dejado están el maestro Darío Echandía, cuando participó en ‘El Bogotazo’ y ‘La vida’, de Alfonso López Pumarejo, ambas series dirigidas por Jorge Alí Triana. “Tuve miedo de interpretar a una personalidad tan sólida y respetable. Pero la satisfacción llegó cuando recibí un telegrama de una sobrina de ese gran político en la que me felicitaba y me confesaba que su tío gozaba con el personaje. Fue un alivio muy grande”, recuerda el veterano actor.
Al actor le recordamos últimamente por producciones como ‘El auténtico Rodrigo Leal’, ‘El pasado no perdona’, ‘La pasión según nuestros días’, ‘Vecinos’ y por último ‘Clase Ejecutiva’.
A diferencia de Manolo, su personaje en ‘Clase Ejecutiva’; Alberto Saavedra es un ‘gomoso’ de la tecnología pues le gusta estar a la vanguardia. Cuando los descansos de las grabaciones se lo permiten, revisa su correo electrónico, envía mensajes de texto y actualiza las novedades en su cuenta de Facebook y como le gusta estar informado, lee las versiones online de sus publicaciones favoritas.
-Alberto, ¿cómo es tu personaje de ‘Clase Ejecutiva’?
Es un personaje muy lindo porque tiene muchas facetas, tiene momentos críticos y de desesperación. Tiene tendencia de holgazán, de vivir la vida bien, pero sin mucho esfuerzo. Sin embargo, siempre lo meten en una cantidad de cosas que no quisiera, desde la esposa que le obliga a aceptar la gerencia. Es un hombre que nunca va a estar tranquilo porque le pasan muchas cosas.
-¿Te pareces en algo a Manolo?
No me parezco en que me dé pereza hacer las cosas, pero todos los personajes que uno encarna deben tener algo de uno, digamos que lo que yo le presto es la nobleza y el temor a meterse en problemas.
-¿Qué pueden aprender los televidentes de Manolo?
Qué pueden y qué no deben (risas). No deben aprender la forma de encarar sus situaciones laborales. Deben aprender la resignación y el aguante que él tiene para las situaciones que se le presentan en la vida.
-¿Qué es lo más atractivo de ‘Clase Ejecutiva’?
Las situaciones son muy variadas y divertidas. A través de las aventuras se van a ver representados los personajes del mundo del turismo.
-Fuiste hijo único, ¿cómo recuerdas tu niñez?
Siempre pensé que la presencia de los hermanos era necesaria, aunque fuese uno o una. Ni mi niñez ni mi adolescencia fueron gratas; tuve que sortear muchos obstáculos, pero creo que eso me enseñó a valorar mis sacrificios y los que hicieron por mí. En Cali (Colombia) inicié el bachillerato y luego cuando regresé a Bogotá, lo terminé asistiendo a clases nocturnas. Luego me inscribí en la Universidad Nacional de Colombia para estudiar música, estudios que complementé en la Universidad del Valle.
-Tu madre siempre se opuso a que te dedicarás al medio artístico, ¿y tu padre?
Por razones que aún no me explico, mi madre me dijo que Luis Augusto Guzmán, un señor que nos frecuentaba y estaba muy pendiente de mí, era mi padrino. Pero en 1970 mi madre me confesó junto a su lecho de agonía que era mi verdadero padre.
-¿Cómo pudiste afrontar tus estudios de música, sin el apoyo económico de tu madre?
Me fui a Medellín donde conocí a Amparo, la dueña de un cabaret que me vio sentado frente a un ventanal del negocio observando atentamente el show, me ofreció ayuda para que continuara mis estudios de música y me adoptó como su hijo. Con el tiempo tuve que escapar porque ella, temerosa de que ese hijo que nunca tuvo la dejara, solía amarrarme a la cama de su habitación con una cadena.
-¿Y has tenido la oportunidad de volver a verla?
Hace unos años, cuando estuve en Medellín (Colombia), de gira con la comedia musical de ‘Peter Pan’, quise buscar ese lugar, pero me arrepentí y sólo recreé esa etapa recordando la extraña actitud de Amparo, la mujer de dudosa ortografía que me ayudó, pero que intentó someterme como a un esclavo.
-¿Cómo recuerdas tu rápida incursión en la paternidad?
Un desliz de juventud, con una atractiva actriz de teatro, me convirtió en imberbe padre a escasos 17 años. Acostumbrado ya a asumir con valor mi responsabilidad recibí complacido a Mario, mi hijo que hace 30 años vive en México, es escritor y crítico de música.
-¿Ahora estás feliz al lado de tu esposa?
Sí. Con mi esposa nos conocimos en la Casa del Gordo por intermedio de Alfredo González y el matrimonio prácticamente nos lo organizó Gloria Gómez en menos de lo que canta un gallo. Por fortuna han sido años de tranquilidad y apoyo mutuo. Hace 30 años me casé por lo civil con Isabel Cristina, con quien tengo dos hijos: César de 29 años y Sonia Isabel de 20.
-¿Y cómo recuerdas tu incursión en la actuación, transmitiendo radionovelas?
Tuve la suerte de trabajar al lado de los mejores directores. También lo hice con Álvaro Ruiz, quien entonces dirigía telenovelas y ‘Caso juzgado’.
-¿Qué personaje recuerdas con cariño?
Entre los personajes que he realizado y que más gratitud me han dejado están el maestro Darío Echandía, cuando participé en ‘El Bogotazo’ y ‘La vida’, de Alfonso López Pumarejo, ambas series dirigidas por Jorge Alí Triana. Tuve miedo de interpretar a una personalidad tan sólida y respetable. Pero la satisfacción llegó cuando recibí un telegrama de una sobrina de ese gran político en la que me felicitaba y me confesaba que su tío gozaba con el personaje. Fue un alivio muy grande.
-¿Y cómo recuerdas tu trabajo para niños en teatro?
Me encanta trabajar para los niños porque son seres agradecidos y sin prevenciones. Dicen lo que sienten y ya. Fue Yoyo en ‘Peter Pan’, al lado de María Cecilia Botero en una temporada en el teatro.