Thursday, September 23, 2010

Adriana Campos


La bella colombiana Adriana Campos asegura que se ha divertido mucho grabando ‘Bella Calamidades’. Ilusión y mucha perseverancia son virtudes necesarias para triunfar en el difícil mundo de la actuación. Tras diez años interpretando papeles secundarios, Adriana Campos nos ha sorprendido gratamente con una villana superficial, divertida y con un toque de ternura que la hace irresistible.

“Si me ven en la calle paso desapercibida”, así lo asegura Adriana Campos, la actriz colombiana que interpreta a Priscila en la telenovela ‘Bella Calamidades’, producción de RTI Producciones y Telemundo Internacional. Desde hace 12 años esta hija del Chaparral Tolima (Colombia), ha hecho parte de importantes producciones, lo que deja en evidencia su talento y profesionalismo.

Es espontánea y fluida al hablar, cualidades que también le facilitan su trabajo actoral. Llegó a la televisión por casualidad. “Siempre he dicho que es Dios, coincidencia y destino”, asegura Adriana, porque llegó a Bogotá a estudiar Comercio Internacional en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Recordemos que la hemos visto en producciones como: ‘Te voy a enseñar a querer’, ‘Amores de mercado’, ‘Zorro: La Espada y La Rosa’, ‘Madre Luna’, ‘Victoria’, ‘Vecinos’ y por último ‘Bella Calamidades’, donde da vida a la engreída e insoportable Priscila. “Priscila es mi personaje ideal”.

-Adriana, ¿cómo se dio la oportunidad de hacer parte del elenco de ‘Bella Calamidades’?
Eso fue un sufrimiento (risas). Duré cuatro o cinco meses arrodillada y con camándula en mano porque le pedí este personaje a Dios con toda el alma. Quería hacer el personaje porque cuando estaba chiquita le decía a mi mamá que le ayudaba a arreglar la cocina si ella me dejaba ver ‘Lola Calamidades’. Entonces ahora que estaba la oportunidad de hacer parte del elenco, para mí era maravilloso.

-¿Qué tal la experiencia de interpretar a Priscila?
Maravillosa. Creo que es mi personaje favorito, entre todos. Me encanta hacer de mala porque siempre había hecho personajes de mala que terminaba haciendo de buena. Siempre soñé con ser antagónica. Los protagónicos nunca me han robado el sueño.

-¿Es tu papel más importante?
Sí, el resto eran de reparto y ahora, por primera vez, soy la mala.

-¿Qué pensaste cuando te ofrecieron el personaje de Priscila?
Desde que supe que RTI iba a hacer la novela, intuí que yo haría ese papel. Es más, cuando grabaron el piloto, pensé: “¿por qué lo hacen sin mí?”.

-RTI ha confiado mucho en ti…
Sí, me ha tenido en cuenta para todo y gracias a ellos no me ha faltado el trabajo. Es mi segunda casa.

-¿Temes que la gente te odie por dar vida a este personaje tan insoportable?
La gente en la calle se ha portado muy bien conmigo. Todos se ríen y siempre me dan consejos y de una forma bonita.

-¿En qué te pareces a Priscila?
Priscila tiene algo mío y es un vestido y unos accesorios. Del resto, no tiene absolutamente nada. Soy una persona muy tranquila, no soy escandalosa.

-¿Cambiarías algo al personaje?
No, para mí es el ideal. Por ejemplo, pese a que en un principio no puedes salirte del guión, estos papeles te permiten hacer lo que quieras y eso es muy divertido. También me gusta que Priscila se vista y se peine como yo nunca haría; y hace cosas que a Adriana Campos ni se le pasarían por la cabeza.

-¿Cómo comenzaste en la actuación?
Aunque llegué a estudiar en la universidad, siempre tuve la pasión por algo que no tenía ni idea porque en el colegio siempre estuve en teatro, siempre bailaba. Nunca me gustaron los libros y decía: “no me gusta estudiar, pero me apasionaba estar encima de una tarima, de un escenario”. Entonces la pasión estaba por dentro, pero no sabía exactamente qué era.

-Sabemos que bailas muy bien, ¿dónde quedó esa faceta?
Siempre soñé con ser bailarina de Ricky Martín o de Chayanne. Una vez mi mamá me llevó a ver el ballet de Sonia Osorio y ahí le dije: “yo quiero ser bailarina, quiero estar allá arriba”. En esa espera salió la actuación y me di cuenta que me apasionaba y, aunque todavía me apasiona el baile, la televisión me ha dado una satisfacción que no sé si el baile me la hubiera dado.

-Luego de tu primera oportunidad actoral, decidiste estudiar actuación durante 5 años. ¿Cuáles han sido, desde entonces, los frutos de ese esfuerzo?
Estudié teatro con Paco Barrero, con Alfonso Ortiz y con Edgardo Román. Hacía todo lo que veía porque siempre he querido ser una gran actriz. El esfuerzo de estudiar se ha visto en el día a día porque mis personajes han ido creciendo, nunca se han quedado estancados.

-¿Cómo valoras tu evolución?
De modo muy positivo, porque es frecuente que a los actores los encasillen y yo he hecho de todo: de secretaria y mejor amiga de la protagonista, de guerrillera, de prostituta. He experimentado mucho. Por otra parte, hay actores que tienen la suerte de llegar a la cima enseguida, pero no ha sido mi caso. Yo he ido subiendo escalón a escalón, con sufrimiento y con mil tropiezos. Sin embargo, para mí eso es un tesoro.

-¿Pensabas que te iba a ir tan bien?
Todos los artistas soñamos con un papel importante para demostrar nuestra valía. Los de reparto son más cerrados o se quedan en una sola línea, por eso yo soñaba con un personaje más grande. Recuerdo que le decía a Dios: “que llegue en el momento que tú desees, no en el momento que yo quiera”. Y así ha sido.

-¿Cómo se consigue conservar la autenticidad en esta profesión?
Tiene que ser así, no puedes cambiar por un personaje que sólo dura seis meses. Y si cambias, es porque estás mal de la cabeza.

-La producción de ‘Zorro: La Espada y La Rosa’ hizo que fueras reconocida a nivel internacional, ¿cómo fue esta experiencia?
Creo que esa es la segunda etapa de mi carrera. Es como la primera vez que confiaron en mí con un personaje grande en una producción que era gigante y que exigió mucha inversión, fue una producción muy impecable. Aunque no nos fue muy bien en rating, era bellísima. La experiencia para mí era maravillosa. Llegaba al set, ponerme esos vestidos y montarme en un caballo era una experiencia maravillosa.

-Antes de tu actuación en ‘Bella Calamidades’ fuiste parte de ‘Vecinos’, ¿cómo recuerdas la interpretación de Nicole?
Esta fue una experiencia muy bonita. Llevaba ocho años trabajando con Telemundo y un día decidí que ya era hora de trabajar para Colombia, aunque ya había hecho algunas cosas no era nada que se hubiese visto y corrí con la suerte de que me llamaran al casting de ‘Vecinos’. Hice muchas veces el casting para la antagonista y al final quedamos dos. Me dejaron ese personaje, me lo gocé. Fue la primera vez que un trabajo mío o una novela donde yo estaba era un éxito. Salir a la calle y la gente me llamaba por el nombre del personaje: Nicole, fue algo maravilloso, aunque habían sentimientos encontrados en el público.

-¿Cómo te definirías a ti misma?
Soy muy sincera, muy tranquila. Prefiero estar sola, con la gente que quiero. No soy muy amiguera. Soy demasiado consentidora, me gusta cuidar a mis amigos, a mi familia a mi pareja. Soy sobreprotectora con todos. Me considero muy alegre, simpática, me gusta la vida y la amo. Estoy feliz con lo que tengo y con lo que soy.

-¿Qué extrañas de tu tierra, el Chaparral Tolima?
A mi familia, porque mis papás viven allá, mi casa porque es la misma desde que nací. Extraño la mazamorra con bocadillo que pasa por mi casa al mediodía y mi mamá la compra. Extraño las arepas de mi mamá y extraño la gente porque son muy especiales.

-¿Tienes alguna dieta o rutina especial de ejercicios para lucir tan bella?
Me gusta mucho ir al gimnasio. Cuando puedo y cuando tengo ganas voy. Hago media hora de cardio y hago pesas por veinte minutos. Trato de comer bien, sin dulces, sin paquetes. No tomo gaseosas, no como salsas. Prefiero las frutas. Pero tampoco me cohíbo. Porque cuando me dan ganas de comerme un ‘Chocorramo’ lo hago porque me encantan o un pastel o una hamburguesa.

-¿Qué es lo que más te gusta de tu cuerpo?
La espalda.

-Muchos de los seguidores te catalogan como una de las “barbies” de Colombia...
(Risas) Pues si me vieran en persona sabrían que soy una mujer común y corriente. Yo creo que una barbie es una mujer que se cuida mucho, que va al salón de belleza y mantiene sus uñas perfectas, que sabe combinar y tiene de todo. Siempre he dicho que debí haber sido niño (risas) porque hubiera sido perfecto. No me gusta ir al salón de belleza a arreglarme las uñas (cuando lo hago es porque ya me da pena), me encanta estar con sudaderas anchas, con cosas que no me aprieten, me encantan las zapatillas deportivas porque camino todo el día y alcanzo a hacer las vueltas sin utilizar el carro. No uso tacones, el cabello siempre lo mantengo recogido, no me maquillo, no tengo colección de zapatos ni de carteras y soy un desastre combinando porque no entiendo cómo lo hacen. Creo que la televisión distorsiona un poco. Si me ven en la calle paso por desapercibida.

-La vida te sonríe también en lo personal, ¿qué balance haces de estos dos años de noviazgo con Mauricio Ochmann?
Estoy muy feliz. Uno a veces piensa que en este medio no va a encontrar estabilidad emocional y mucho menos un príncipe azul. Sin embargo yo he encontrado las dos cosas.

-¿Habéis pensado en tener hijos?
A mí me encantaría. Si Dios me regala un hijo en este momento, yo estaría feliz. Y Mauricio, también.

-¿Y os casaréis?
Lo hemos hablado, pero aún estamos conociéndonos. Estamos aprendiendo el uno del otro para después poder dar ese paso.

-¿Cómo lleváis la relación con todo el trabajo que tenéis ambos?
Ha sido difícil, pero no imposible. Para los dos la prioridad es la relación y tratamos de estar juntos lo máximo posible. Trabajar en la misma empresa es una ventaja, a veces estábamos en platós contiguos y me pasaba a verle o él a mí.

-¿Sois críticos el uno con el otro a nivel profesional?
Me gusta que él se meta en mi trabajo y me aconseje, pero yo no me meto en el suyo porque sé que lo está haciendo perfecto. Aprendo muchísimo de él, no sólo como actor, sino también como ser humano.
-¿Cómo descansas?
(Risas) Un buen baño cuando llego a mi casa, y siento descanso.

-¿Qué te alegra la vida?
Mi familia, mi trabajo, mi pareja, mis amigos. Cocinarle a alguien que yo quiero, a mi pareja. Me alegra la vida misma. Estoy conforme con todo y por eso soy una mujer feliz.

-¿Qué te enamora?
La sinceridad, unos ojos transparentes, la verdad y los detalles (risas).

-¿Cuál es tu héroe favorito?
Superman. Quisiera serlo por lo menos por un ratico.

-¿Cuál es tu plato favorito?
El langostino en todas sus presentaciones.

-¿A qué le temes?
A un secuestro. De mi familia, de mis amigos o mío. La verdad le tengo pavor a eso.

-Una deuda pendiente...
Hay un dicho que dice que “el que paga lo que debe sabe lo que tiene”. Yo deudas poco. Nunca me han gustado, pero quedé con una pendiente y ya no se puede pagar y es que mi mejor amiga de toda la vida desde chiquita me pidió una pijama y ella estaba en la clínica en Ibagué. Le prometí la pijama, pero cuando fui no alcancé a llevársela porque se murió. Creo que esa deuda no va a poder saldarse nunca.

-¿Cuál es tu mayor virtud y defecto?
Una virtud la sinceridad, y un defecto el desorden.

-Una manía...
Ver televisión.

-¿Cuál es tu película favorita?
Tengo dos: ‘Pequeña Miss Sunshine’ y ‘El Diario de Bridget Jones’.

-¿Qué no puede faltar en tu bolso?
Mi teléfono móvil.

-¿En qué te reencarnarías?
En un pájaro.

-De niña soñabas con ser...
Médico.

-¿Qué detestas de las personas?
La envidia.

-¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?
Vive y deja vivir.


Adriana Campos fue Priscila Cardona en ‘Bella Calamidades’:

26 años. Prima de Marcelo, y sobrina de Lorenza de Machado. Es linda, pero más que eso, tiene un cuerpazo sensacional, que es su fuerte. De muy buen tipo, podría verse distinguida, pero los atuendos que su mamá la obliga a usar, convencida de que sabe mucho de modas, la hacen ver atrevida y algo ordinaria. No le basta con lo que tiene, sino que quiere llamar más la atención. Priscila no es inteligente. Trata de ser sagaz, pero la astucia le falla en la mayoría de las oportunidades, haciéndola ver como una persona ingenua y perversa.

Esta señorita es producto de la educación o, mejor dicho, de la mala educación de su mamá, la señora Silvana Barbosa, quien la tiene convencida de que es una reina que lo merece todo, y a veces la baja de su pedestal para atacarla con saña. Siguiendo los malos ejemplos de su detestable mamá, Priscila es codiciosa, amiga de las apariencias, de la buena vida y de la pereza. Lo tuvo todo hasta la muerte de su padre, quien acabó con su fortuna, ayudado por su despilfarradora esposa Silvana. Al quedar en la calle, se ha visto obligada a trabajar en oficios de baja categoría, desde limpiadora de pisos hasta mesera de bares poco recomendables. Sin embargo asegura (obligada por su mamá) que ha vivido entre algodones como una princesa y nunca ha carecido de nada.

Es orgullosa, extremadamente vanidosa, indolente, envidiosa y malintencionada. Su gran debilidad son los hombres guapos a los que se ha entregado, contrariando a Silvana, quien lucha denodadamente para que se consiga un novio millonario. Casi todos la han dejado, pues resulta asfixiante, exigente y absorbente. Además es muy caprichosa. Mientras más la desprecian, más se obsesiona. Es el caso con Marcelo Machado, su primo, del cual se enamora desde el primer momento, y trata de atraparle, sin el menor recato. Ella es impulsiva, agresiva, se lanza a atacar sin medir las consecuencias, estrellándose constantemente, pero no aprende la lección. Sin embargo tiene más dignidad que su mamá, y no es una persona mala, sino equivocada, mal dirigida y bastante estúpida, pues cree engañar a todo el mundo, cuando solamente se engaña a ella misma.

Priscila es la más fiera, enemiga de Lola Carrero, pues como rival no la aguanta. Quizás es a la única persona a quien con gusto le haría mucho daño, por robarle el amor que ella cree merecer. Es un papel que tiene un gran tinte humorístico. La clásica villana a la que nada le sale bien, y llevada por su egoísmo no ve más allá de sus narices.