Por: Silvisilvi (@silviaMovellan en Twitter)
Es curioso ver como muchas veces la vida real supera a la propia ficción también en temas amorosos. Por ejemplo ahora estamos viendo en Triunfo del Amor, una de esas telenovelas versionadas en las que parece que no tienes un momento de paz porque siempre hay algo que perturba tu felicidad: no encuentras a tu madre, tu padre es un sacerdote, te roban al hijo, tu novio se casa con otra, te queman la casa, te echan del trabajo, etc. Pero siempre te quedará… el amor.
En la actualidad vemos muchos casos parecidos porque con la crisis, como todos sabéis, también se atraen otras desgracias: estás de mal humor, discutes con la gente, no puedes darte caprichos ni te arreglas como antes, encima te salen arrugas y con la ansiedad, comes más. Por eso tienes que agarrarte al amor de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo o los del piso. O el amor de tu pareja.
Sigues queriendo a alguien y además siendo correspondida, que es lo importante. Pero no pasa nada si no eres correspondida, porque de eso también se aprende. A María Desamparada le pasan muchísimas cosas, lucha contra la adversidad, se enfrente a quienes le hacen daño y no acepta lo que le pasa. Esa debe ser la actitud. ¿Qué te vas hasta Buenos Aires porque tu novio tiene dudas de si funcionará vuestra relación en la distancia? Eso es, así se lucha, así se demuestra lo que quieres a la otra persona y no diciendo que lo echas mucho de menos. Esa persona al menos deberá valorar lo que tiene y lo que están dispuestos a pasar por ella. Ese amor hay que buscarlo. De esos no hay muchos. De esos amores verdaderos. De esos amores de telenovela.