La actriz venezolana Maritza Bustamante nos habló de la problemática que interpreta en la telenovela ‘El Fantasma de Elena’. Y respecto a su personaje, dijo: “Corina y yo no nos parecemos ni en el pelo”.
Desde muy pequeña, Maritza demostraba que quería ser artista, no sólo de las artistas que salían en televisión sino de las que nacen y se hacen. En su caso, ella se disfrazaba, actuaba, bailaba y frente a sus padres empezó hacer show, muchas veces usaba la linterna de su papá como micrófono para cantar y fueron sus padres los que la apoyaron desde el principio de su carrera. Ahora, Maritza Bustamante se ha convertido una de las actrices del momento en los Estados Unidos por su talento, dedicación, sentido del humor y carisma.
Maritza disfruta el poco tiempo libre con su familia cuando están de visita por Miami, en especial su mamá y sobrinas (las mismas que se perfilan a seguirle los pasos). Está enamorada de su trabajo y sus fans, con los cuales está más en contacto desde que abrió un cuenta en Twitter, ya que para ella sentir el cariño incondicional de sus seguidores es lo que le hace esforzarse día a día. Mientras tanto, está esperando que el amor verdadero llegue, ella está feliz con el amor de sus padres, sabe que la rutina del trabajo no le beneficia, por eso disfruta de ir a la playa y de vez en cuando salir a bailar con sus amigos.
El personaje de Corina en ‘El Fantasma de Elena’, comenzó siendo una de las malas de telenovela, haciendo lo que fuera para conseguir que Eduardo (Segundo Cernadas) se fijara en ella, pero logró darse cuenta de que Eduardo no era para ella y encontró el amor en el chofer Walter (que interpreta Juan Pablo Llano). En su nuevo papel, la venezolana no sólo ha mostrado una vez más su gran talento.
-Maritza, ¿cómo te sientes en este nuevo papel en ‘El Fantasma de Elena’?
Me siento bien, estoy full de trabajo y esta vez estoy feliz interpretando a Corina, una mujer que al principio está metida en muchos problemas tratando de conseguir lo que quiere que es el amor de Eduardo indiscutiblemente.
No me fijé en gente que existe en su mundo, sino que más bien trato de verla como un ser real de carne y hueso para hacerla más creíble. No soy de las actrices que recurro a algo que me haya pasado antes para llorar o para generar emociones, sino que me meto en el personaje, lo hago real y trato de justificarla y buscarle razones y por ahí me encamino, pero después ya vuelvo a ser yo porque no quisiera que se me quede nada de ella.
-¿Qué similitudes tienes con tu personaje de Corina?
No nos parecemos en nada. Corina y yo no nos parecemos ni el pelo, te lo juro. Yo no soy una mujer de forzar las cosas, yo puedo ser perseverante e insisto en otras cosas, pero nunca estoy detrás de algún amor imposible.
-¿El cambio de look que tienes se debe a una decisión personal o al personaje que interpretas?
Sonaría muy fuerte la palabra obligado, pero todavía lo estoy asimilando (risas). Yo nunca me había pintado el pelo, nunca, nunca, nunca. No lo había tocado, me lo habían pedido y propuesto anteriormente para otras novelas, pero siempre me lo habían respetado. Hoy por hoy, entiendo que después de tanto tiempo siempre con mi color de pelo rojo, entiendo que va a ser positivo. Cuando me senté para empezar el cambio, me costó, estaba pensando tantas cosas, Dios mío espero que todo esté bien, a mí los cambios me cuestan. Pero, tuve que confiar en todo y me quedé tranquila. Ese fue el momento más tenso, pues luego cuando me secaron el cabello ya estaba mejor. Llevé a mi mejor amiga y le mandé fotos a mi familia, pues ellos son las personas que me van a dar sinceridad, que es lo que más valoro. Aún me cuesta acostumbrarme, la verdad.
-¿Te reconocía la gente al principio cuando cambiaste del color de pelo?
Bueno, si tenía el pelo suelto y mis lentes, no, para nada. Pero si tenía la cara destapada, sí. Pero, es con duda, ya no es como antes con seguridad, me dicen: “tú eres Maritza o tú eres de la novela” (risas). Yo sé que el cambio es radical, he agarrado como juego parármele al frente a personas que conozco y que aún no me habían visto con este cambio, voy callada con mis lentes puestos, me paro al frente y ellos me abren camino, me saludan o me dan sonrisas medias cortadas, es super cómico verlos, hasta que yo hablo y no pueden creer que soy yo. El cambio fue radical (risas).
-¿Con quién te llevas mejor del elenco de ‘El Fantasma de Elena’?
He logrado hacer una bonita amistad con Elizabeth Gutiérrez, Carlos Montilla y Elluz Peraza, entre otros.
-Ahora que trabajas en una telenovela con fantasmas, ¿has recibido alguna vez una visita de un ser del más allá?
Los espíritus nunca me han asustado (risas), pero los vivos sí me han hecho gritar y hasta correr despavorida. Nosotros de verdad grabamos a veces en locaciones muy oscuras y de noche y el único susto me pasó con Adrián Carvajal, que hacía de Benjamín. Primero, yo estaba parada y me salió una culebra arrastrándose ahí y me dio mucha impresión. Y luego, en la noche tuvimos que grabar otra vez en ese mismo lugar y, de repente, sentí una respiración atrás de mi oreja, como de un fantasma y cuando arranco a caminar sin voltear después vi que era Adrián persiguiéndome (risas).
-¿Cuándo decidiste ser actriz?
Bueno fue una decisión que más que salir de mí, fue algo como cosa de la vida porque yo quería primero ser bailarina, luego animadora y en todo ese proceso de ver cómo canalizaba eso, me salió un casting de actuación, pero fue por casualidad porque la secretaria del señor Arquímides Rivero se confundió y me puso en el casting, me dio el libreto en la mano y me dijo que el casting era un martes a las 4:30pm. Ese casting era para actrices o posibles actrices, ese día todas iban a recoger sus escenas para estudiarlas, ella me vio en el pasillo y me entregó la prueba; yo me quedé callada y me pregunté: “¿qué es esto?”. Me estudié la escena, fui al casting y me salió mi primera novela.
-¿Cómo fue ese primer casting?
Bueno, ese casting se lo hacen a todo el mundo en Venevision, en Venezuela, se llama Héctor y Fiorella, todos han pasado por ese casting, nunca lo cambian. Yo entré a esa oficina y tenía al señor Arquímides al frente y a un compañero que acababa de conocer en ese momento, nos dijo: “cinco y acción. Él es de muy pocas palabras y nos dijo: “ok. Gracias”. En lo que yo salgo, oigo que llama a su secretaria, ella se regresa y me dice que no me vaya. Me hicieron esperar todo el casting, al final cuando todas se fueron, me hicieron pasar a mí de última con un muchacho que también le habían dicho que se quedara e hicimos la escena dos veces, al final nos dijo unas palabras hermosísimas, algo como que él era padre de muchas estrellas y que sentía que podía estar al frente de una de ellas, nos dijo que iba hacer de nosotros estrellas y nos dio la oportunidad. En dos semanas estaba en mi primera novela y con un personaje importante, la protagonista juvenil de la misma.
-¿Qué te queda de las clases de baile que tomabas?
Yo nunca he dejado de bailar. Claro lo del ballet clásico requiere más concentración, disciplina y, por el factor tiempo, no puedo, yo elijo clases de baile que se presten más a mi horario, hago Zumba, que es un estilo de baile que lo puede hacer todo el mundo. En mi caso me ayuda a mantenerme delgada, a no tener estress y a drenar la bailarina que soy. Ahora estoy tomando clases de salsa de salón, requiere de técnica, brazos, contar los tiempos, es diferente a la salsa que se baila en Venezuela. El baile es mi pasión y cada vez que puedo la saco a relucir. He participado en un concurso de baile en mi país, esto fue mientras protagonizaba una novela, mi productor me decía que estaba loca, que no podía hacer las dos cosas, creo que fue la primera vez que conocí lo que era estar estresada, mientras me maquillaban me quedaba dormida, lloraba cuando no tenía el baile listo. Al final, la novela fue un éxito y mi madre tiene el trofeo del primer lugar en casa (risas).
-¿Te gustaría trabajar en México?
Definitivamente de todas la puertas que se abren, México es una de las puertas más grandes de las telenovelas, ¿por qué no?. Sinceramente, no me gustan los cambios, aquí en Miami tengo mi casa, estoy con mis perritos. Los cambios me mueven un poco emocionalmente, para mí vale mucho la tranquilidad emocional, entonces el cambio siempre es complicado, pero sé que los cambios son positivos, aunque no soy muy buena para eso.
-¿Cuál ha sido el personaje que más satisfacciones te ha dado?
Todos los personajes te dejan algo. Definitivamente siempre tengo que nombrar a Kika (en ‘El amor no tiene precio’), un personaje con retardo mental, el nivel de dulzura que despertaba en el público era grande y todo eso lo recibía yo en las calles. La ternura, dulzura, pude conocer a niños con retardo mental y Síndrome de Down, compartir con ellos, ver sus realidades, etc. Eso me ayudó mucho a valorar mi vida, eso me hizo enamorarme cien por ciento del personaje, buscar actoralmente situaciones complejas, a nivel ejecutivo también se buscaba que todo esté muy bien hecho, pues era un tema muy delicado y que no se toca comúnmente en la televisión. Daniela, de ‘Perro Amor’, llenaba mis días de sonrisa, desde que entraba al set yo era un como niña al interpretarla.
-En ‘Perro Amor’ y en ‘El Fantasma de Elena’ estabas obsesionada con el galán, ¿eres así cuando te enamoras?
No. Yo siento que todo fluye mutuo, siento que cuando uno tiene que luchar mucho las cosas o perseguir mucho a alguien, osea hablando de una relación de pareja, pienso que definitivamente es algo de dos. Si vamos hacer un equipo, lo vamos hacer los dos, no tiene nadie que estar mendigando afecto o envidiando cariño ni tratando de demostrar que es la persona correcta. Pienso que después en el camino, en los altibajos que están expuestas las relaciones, pues claro una está dispuesta a bajar la cabeza, a solucionar, a buscar, a dialogar. No, yo no soy así para nada (risas).
-¿Cuántas veces has sufrido por culpa de amores que no te prestan atención?
Ni una. A mí nunca me ha tocado vivir eso pues la verdad aprendí y sé que hay que aprender a reconocer cuando uno falla y creo que no hay que quedarse en imposibles. Pero si uno falla, tiene que pedir disculpas y entender que todo fluye solito sin necesidad de tanta buscadera e insistidera.
-¿Cómo tiene que ser el hombre que robe tu corazón?
Tiene que estar dispuesto a ser simple, a reír, a disfrutar y ver las cosas más simples de la vida. Que no haga falta estar sentados en el carro último modelo para sentirnos felices. Que le guste la música, bailar, tiene que ser apasionado y cariñoso. Y por supuesto tiene que ser mi amigo, pienso que la amistad es la base de toda relación, tenemos que ser amigos para tener buena comunicación.
-Por tu trabajo has tenido que ponerte vestidos de novia, ¿crees en la superstición de la que se pone un vestido de novia ya no se casa?
(Risas) No. Definitivamente no creo en eso. Llevo como dos telenovelas donde he tenido que ponerme los vestidos de novias, siempre hay una emoción característica, la escena, ese momento cuando estás vestida, sientes que todos en torno a ti te están mirando, quieren ver cómo te queda el vestido, es algo hasta inconsciente que los mismos compañeros y los técnicos te ven y te dicen: “hay que linda!”. Es especial la verdad, no lo había pensado hasta ahora (risas). No voy a perder esa magia de verme con mi vestido el día que me case, ese cuento de princesitas que tenemos las mujeres, eso no se quita para nada.