Wednesday, July 21, 2010

Martha Picanes


Martha Picanes entró al mundo artístico en Cuba cuando tenía 11 años, haciendo teatro, televisión y bailando danzas españolas. Está casada desde hace 38 años con el empresario Antonio Diéguez, con quien tuvo dos hijos, Alex y Adriana.

Llegó a Miami en 1971, donde hizo carrera en la radio con programas como ‘Pase la tarde’. En el ámbito teatral ha actuado en obras como ‘Palomas intrépidas’ y ‘El dulce pájaro de la juventud’. Participó en producciones como ‘Decisiones’, ‘El Cuerpo del Deseo’, ‘Marielena’ y ‘Anita, no te rajes’. Actualmente aparece en la telenovela ‘Perro Amor’.

Mientras Ligia, su personaje en la telenovela ‘Perro Amor’, atraviesa momentos difíciles junto a su familia, Martha Picanes debutó en ‘Hamburgers y sirenazos’, comedia de Pedro Román que se estrenó en un teatro de Miami.

-Martha, ¿cómo recuerdas tu incursión en la actuación?
En Cuba hice una carrera muy fuerte porque había muchas opciones. Bailé en la televisión y en todos los cabarés importantes. Y aunque comencé a los 11 años, puedo decir que no me perdí mi infancia ni mi adolescencia. Tengo que agradecerle a mi padre (el actor y empresario Fausto Picanes), que me obligó a estudiar.

-¿Y cómo fueron tus inicios en Miami?
Cuando llegué a Miami comencé a bailar en el desaparecido centro nocturno ‘Los Violines’. Desde entonces he actuado en 40 obras y cinco telenovelas. Siempre se puede.

-¿Qué aprendiste del elenco y del director de ‘Perro Amor’?
Siempre se aprende de cada director y de los propios compañeros.

-¿Y puedes disfrutar de tu familia con las extensas jornadas de grabación?
¿Por qué no se puede llevar una familia y divertirse en el trabajo? Yo no me imagino haciendo otra cosa, y estoy segura de que siempre habrá una viejita que representar en el teatro. Como me dice mi nieta: “tú eres una abuela diferente porque estás un poco loquita” (risas).

-¿Cuándo decidiste irte de Cuba?
Salí de Cuba rumbo a México en 1967, y no llegué a Miami hasta 1971, pero sé todo lo que pasaron los cubanos. Abandoné la isla en la plenitud de mi carrera acompañada por mi esposo, el ejecutivo de televisión, ya retirado, Antonio Diéguez.

-¿Y cómo recuerdas esa época en la que los cubanos viajaron a Miami?
La gente que llegó de Cuba en aquel momento pensaba permanecer sólo seis meses. Nadie imaginaba que con el tiempo cambiarían las fritas cubanas por los “hamburgers”, ni que serían víctimas de “los sirenazos”, que se escuchaban a toda hora. La Habana era una ciudad tan tranquila.

-¿Cómo es tu personaje de la obra teatral ‘Hamburgers y sirenazos’?
Interpreto a Zoila, una mujer de gran corazón que se convierte en paño de lágrimas de una familia cubana recién llegada al exilio. Lo que más me gusta de ella es que, a pesar de su soledad, es muy positiva.

-¿Y cómo es la obra?
Lo que asombra de esta obra es que todo lo que dicen sus personajes sobre el futuro de Miami se ha cumplido. Hay un momento en que Zoila asegura que esta ciudad estará repleta de puestos de café cubano y tendrá un alcalde cubano, algo que a nadie se le hubiera ocurrido en aquel momento.


Martha Picanes fue Ligia en ‘Perro Amor’:

Edad: 65 años. Profesión: ama de casa. Vive con su hija Rosario y sus dos nietos, Sofía y Alejandro, a quienes ama y sobreprotege. Años atrás, le entregó su dinero a su yerno (Ángel) para que lo invirtiera, por lo cual perdió todo lo que tenía incluyendo su más valorada posesión: su casa. Desde ese momento detesta a Ángel con toda su alma y lo culpa de todas sus desgracias y las de su familia cuando fue ella misma quien lo alejó de su hija y nietos.

Es dominante y quiere dirigir el destino de su hija y su nieta. Arribista, sueña con pertenecer a las altas esferas de la sociedad y poder acceder a una vida llena de lujos y dinero. Su máximo orgullo es su mejor amiga desde que eran niñas: Cecilia de Brando, dueña de Brando Constructores y por quién siente un entrañable afecto y admiración. Para Ligia, todo lo que dice y hace Cecilia es palabra de Dios, puesto que ella tiene el estilo de vida con el que Ligia siempre soñó.

Encontrará el amor en el señor Rusinque, el frustrado pretendiente de su hija Rosario, quien despertará en ella todas sus pasiones. Le gustan los juegos de cartas, en los que no pierde oportunidad de hacer trampas. Y también le gusta el “traguito”, que consume con cualquier pretexto posible.