Natalia Ramírez estableció su residencia en Miami en 1994 y desde esa fecha viajaba constantemente entre Colombia, Venezuela y Argentina para las grabaciones de sus proyectos, pero Natalia se quedó en el país este año para dar vida a Rosario, la madre sufrida de la protagonista de ‘Perro Amor’.
Con un porte que irradia dulzura y elegancia, y una sonrisa que hipnotiza. Esos son los rastros que nos permiten asegurar que la actriz colombiana es una persona insuperable. Es un ser humano dulce con una mirada increíblemente hermosa.
Se inició como cantante en 1982. Su primer protagónico fue en ‘Quieta Margarita’. Luego se le recuerda en ‘El pasado no perdona’ y ‘La vida secreta de Adriano Espeleta’.
A diferencia de la malvada Marcela Valencia, su personaje de ‘Yo soy Betty, La Fea’, Natalia Ramírez se metió en la piel de una mujer muy buena en la telenovela de Telemundo, ‘Perro Amor’. Y, a pesar de que la telenovela ‘Yo soy Betty, La Fea’ salió del aire hace más de diez años, la actriz no ve a Marcela Valencia como un fantasma en su carrera profesional, al contrario, la ve como un ángel de la guarda por las puertas que le ha abierto en el mundo. Reitera que es un angelito que espera nunca se vaya, pues la actriz ha participado en producciones como ‘Solterita y a la orden’, ‘Mi Pequeña Mamá’, ‘Doctor Amor’, ‘Negra Consentida’, ‘Al filo de la ley’, ‘Amor a palos’ y ‘Novia para dos’, sólo por mencionar algunas.
-Natalia, ¿cómo definirías a tu personaje de ‘Perro Amor’?
Soy Rosario Santana, la mamá de la protagonista, Sofía. Una mujer muy sufrida, luchadora y guerrera, que le ha tocado sola sacar a su familia adelante, poniendo un negocio de banquetes. y algo muy distinto de lo que había hecho anteriormente, ya que mis papeles siempre han sido de mala, mala, pero ahora soy muy buena. Fue un gran reto para mí.
-¿Qué gran diferencia este último personaje del que interpretaste en la telenovela que te consolidó: ‘Yo soy Betty, La Fea’?
Una de las cosas que extrañé en ‘Yo soy Betty, La Fea’ fue que nunca podía hacer algo chistoso, porque mi personaje era uno de los serios de toda una comedia. Eso me daba un poco de mal genio, ya que cuando todos reían en escena, yo debía seguir siendo la seria. Por el contrario, aquí me divertí de lo lindo.
-¿Es difícil desligarse de un personaje tan exitoso como lo fue Marcela?
La telenovela ‘Yo soy Betty, La Fea’ fue un fenómeno que puso la vara muy alta. Prácticamente lo que yo hago es empezar de cero. No trato ni de superarla, ni olvidarla. Ella ganó su puntaje. Quiero brindarle al público otra Natalia, que pueda darle vida a otros personajes.
-‘Yo soy Betty, La Fea’ traspasó muchas fronteras del mundo convirtiéndose en un gran éxito, ¿qué fue lo que más te sorprendió del fenómeno?
Fíjate que en Puerto Rico me impresionó la forma como fuimos abordados en un centro comercial. Entramos y salimos en medio de una gran histeria donde las personas gritaban y nos jalaban.
-¿Qué hiciste después del éxito de esta novela?
Trabajar mucho, también dedicada a la familia (llevo diez años de casada y tengo una hija que se llama Camila). Sin embargo, no vivía en Colombia, sino en Miami desde 1994. Al terminar ‘Betty’, iba y volvía. Estuve trabajando en Argentina, Venezuela, Colombia y Estados Unidos.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de la fama?
Lo peor es creérsela y lo mejor es no creérsela. Es un arma de doble filo.
-¿Cómo te sientes trabajando con actores de diferentes nacionalidades en Miami?
Pienso que es una gran oportunidad para todo el mundo. Para mí es un intercambio y es mucho más trabajo para todos. Es una manera de internacionalizarse y de conocer otros campos.
-¿Crees que es difícil cambiar a un hombre como lo hizo Sofía (Ana Lucía Domínguez) con Antonio “El Perro Brando” (Carlos Ponce)?
Como Natalia te digo que ya tengo claro en mi vida, que a los hombres no los cambia nadie. La mujer tiene que ser muy hábil. Cuando empiezas una relación debes preguntarte: “¿puedo vivir con el defecto de este hombre por el resto de mi vida?”. Y si la respuesta es sí: cásate, si la respuesta es no: consíguete a otro. No van a cambiar jamás.
-¿Tienes en mente algún personaje ideal que no haya llegado a tus manos todavía?
Un personaje de época. Es una cosa que siempre he querido hacer y hasta ahora, nunca se me ha presentado la oportunidad. Mi primera novela fue de época, pero no se remontaba a los tiempos de los vestidos grandes, los corsés, los coches y los caballos.
-¿Es más fácil interpretar a una villana que a una buena?
Sí, porque se sale del parámetro de comportamiento de uno y por lo tanto se puede hacer uso de más recursos.
-¿Prefieres entonces que se te reconozca por papeles de villana?
El reconocimiento es chévere, pero no es el todo. Me gusta actuar ya sea de buena o de mala.
-¿Qué es lo mejor del momento que vives en tu carrera?
El aprendizaje que me han dejado los proyectos. Siempre le saco el máximo provecho a cada personaje, porque me gusta llevarme una lección de cada cosa.
-A la hora de elegir un proyecto, ¿se inclina por un director, una historia o un elenco?
Es un juego de cosas. Me fijo mucho en la historia y también en el director. En el elenco no tanto porque, si tengo un buen director, él va a armar un buen equipo.
-¿Qué personaje recuerdas con más cariño?
Sarita en ‘Quieta Margarita’ (1988), mi primer papel.
-¿Y qué personaje ha significado el mayor reto de su carrera?
También Sarita en ‘Quieta Margarita’, porque desconocía lo que significaba actuar y fue aprender a palo. De hecho al terminar la novela dije: “en mi vida piso un set”.
-¿Cuál es tu rutina antes de acostarte?
Cuando estoy trabajando, leo libretos, pero cuando tengo tiempo libre, leo libros. Es curioso, porque de pequeña odiaba leer, pero a partir de leer historias le tomé gusto a la lectura.
-¿Has pensado en retomar tu carrera musical?
A estas alturas, ya no. A mí no me interesa hacer música por vender y lo que a mí me gusta no es del todo comercial, me gusta el bossanova, el jazz y el bolero. Entonces, ya me quedo con la actuación, que fue por lo que me incliné hace varios años. Yo trabajé con Kike Santander cuando él hacía singles. Te estoy hablando de 1987.
-La música, entonces, ¿es un proyecto muerto?
A nivel comercial es seguro, eso funcionaría en un público pequeño. Pero aclaro: No sería para postularlo a un Grammy (risas).
-¿Cuál es tu sueño frustrado?
Yo le doy gracias a Dios por haberme permitido hacer todo lo que he querido. Nada me ha faltado.
-Has trabajado en muchos países de Latinoamérica, pero jamás en México, ¿trabajaría allí?
Es un mercado que no me interesa, pues no me gustan sus historias.
-¿Se diferencia mucho el trabajo de tu natal Colombia con el de otros países?
No tanto en Argentina y Estados Unidos como en Venezuela. Ellos no dirigen, ellos “ponchan” (graban). Por lo menos eso pasa con los dos directores que tuve.
-¿Cómo haces para mantenerte tan radiante?
Estar tranquila. Yo me acuesto todas las noches dándole gracias a Dios por mi hija, por mi esposo y por mi trabajo. Además, sirven mucho las cremitas en las noches (risas).
Natalia Ramírez fue Rosario en ‘Perro Amor’:
Edad: 48 años. Profesión: dueña del negocio de catering. Rosario es una mujer buena, trabajadora, y echada para adelante, símbolo de la clase trabajadora, que tiene que matarse para poder sacar adelante a sus hijos y mantener la casa. Hace incalculables esfuerzos para poder llegar a fin de mes.
Buena hija, pero algo débil de carácter frente a su madre, quien ha sido la que en últimas ha regido su destino en el amor y en buena parte en la educación de sus hijos. Enamorada profundamente del padre de sus hijos, Ángel, un hombre con quien se casó y por el cual lloró cuando la abandonó. Esa herida profunda que tiene en el corazón marca su manera de percibir los hombres y hace que quiera proteger a Sofía del sufrimiento.
Madre comprensiva y cómplice, que se ha dejado manipular por su hijo menor a quien sobreprotege y justifica constantemente. Se apoya en Sofía como redentora de la familia y a quien considera su mayor orgullo. Honesta y sin los aires arribistas de su madre Ligia, apoya siempre a Sofía en los momentos difíciles y siempre está para ella. Sufrirá una gran decepción cuando descubra que su hijo menor es drogadicto y hará lo imposible por sacarlo de la droga.
Creyente de la virgen, es una mujer llena de fe. Volverá a enamorarse de su esposo Ángel pero esta vez, se enfrentará a su madre y a su hijo por hacer valer este amor. Representará la mujer que reencuentra la coquetería, el amor, el romanticismo y la felicidad por encima de todos.
Con un porte que irradia dulzura y elegancia, y una sonrisa que hipnotiza. Esos son los rastros que nos permiten asegurar que la actriz colombiana es una persona insuperable. Es un ser humano dulce con una mirada increíblemente hermosa.
Se inició como cantante en 1982. Su primer protagónico fue en ‘Quieta Margarita’. Luego se le recuerda en ‘El pasado no perdona’ y ‘La vida secreta de Adriano Espeleta’.
A diferencia de la malvada Marcela Valencia, su personaje de ‘Yo soy Betty, La Fea’, Natalia Ramírez se metió en la piel de una mujer muy buena en la telenovela de Telemundo, ‘Perro Amor’. Y, a pesar de que la telenovela ‘Yo soy Betty, La Fea’ salió del aire hace más de diez años, la actriz no ve a Marcela Valencia como un fantasma en su carrera profesional, al contrario, la ve como un ángel de la guarda por las puertas que le ha abierto en el mundo. Reitera que es un angelito que espera nunca se vaya, pues la actriz ha participado en producciones como ‘Solterita y a la orden’, ‘Mi Pequeña Mamá’, ‘Doctor Amor’, ‘Negra Consentida’, ‘Al filo de la ley’, ‘Amor a palos’ y ‘Novia para dos’, sólo por mencionar algunas.
-Natalia, ¿cómo definirías a tu personaje de ‘Perro Amor’?
Soy Rosario Santana, la mamá de la protagonista, Sofía. Una mujer muy sufrida, luchadora y guerrera, que le ha tocado sola sacar a su familia adelante, poniendo un negocio de banquetes. y algo muy distinto de lo que había hecho anteriormente, ya que mis papeles siempre han sido de mala, mala, pero ahora soy muy buena. Fue un gran reto para mí.
-¿Qué gran diferencia este último personaje del que interpretaste en la telenovela que te consolidó: ‘Yo soy Betty, La Fea’?
Una de las cosas que extrañé en ‘Yo soy Betty, La Fea’ fue que nunca podía hacer algo chistoso, porque mi personaje era uno de los serios de toda una comedia. Eso me daba un poco de mal genio, ya que cuando todos reían en escena, yo debía seguir siendo la seria. Por el contrario, aquí me divertí de lo lindo.
-¿Es difícil desligarse de un personaje tan exitoso como lo fue Marcela?
La telenovela ‘Yo soy Betty, La Fea’ fue un fenómeno que puso la vara muy alta. Prácticamente lo que yo hago es empezar de cero. No trato ni de superarla, ni olvidarla. Ella ganó su puntaje. Quiero brindarle al público otra Natalia, que pueda darle vida a otros personajes.
-‘Yo soy Betty, La Fea’ traspasó muchas fronteras del mundo convirtiéndose en un gran éxito, ¿qué fue lo que más te sorprendió del fenómeno?
Fíjate que en Puerto Rico me impresionó la forma como fuimos abordados en un centro comercial. Entramos y salimos en medio de una gran histeria donde las personas gritaban y nos jalaban.
-¿Qué hiciste después del éxito de esta novela?
Trabajar mucho, también dedicada a la familia (llevo diez años de casada y tengo una hija que se llama Camila). Sin embargo, no vivía en Colombia, sino en Miami desde 1994. Al terminar ‘Betty’, iba y volvía. Estuve trabajando en Argentina, Venezuela, Colombia y Estados Unidos.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de la fama?
Lo peor es creérsela y lo mejor es no creérsela. Es un arma de doble filo.
-¿Cómo te sientes trabajando con actores de diferentes nacionalidades en Miami?
Pienso que es una gran oportunidad para todo el mundo. Para mí es un intercambio y es mucho más trabajo para todos. Es una manera de internacionalizarse y de conocer otros campos.
-¿Crees que es difícil cambiar a un hombre como lo hizo Sofía (Ana Lucía Domínguez) con Antonio “El Perro Brando” (Carlos Ponce)?
Como Natalia te digo que ya tengo claro en mi vida, que a los hombres no los cambia nadie. La mujer tiene que ser muy hábil. Cuando empiezas una relación debes preguntarte: “¿puedo vivir con el defecto de este hombre por el resto de mi vida?”. Y si la respuesta es sí: cásate, si la respuesta es no: consíguete a otro. No van a cambiar jamás.
-¿Tienes en mente algún personaje ideal que no haya llegado a tus manos todavía?
Un personaje de época. Es una cosa que siempre he querido hacer y hasta ahora, nunca se me ha presentado la oportunidad. Mi primera novela fue de época, pero no se remontaba a los tiempos de los vestidos grandes, los corsés, los coches y los caballos.
-¿Es más fácil interpretar a una villana que a una buena?
Sí, porque se sale del parámetro de comportamiento de uno y por lo tanto se puede hacer uso de más recursos.
-¿Prefieres entonces que se te reconozca por papeles de villana?
El reconocimiento es chévere, pero no es el todo. Me gusta actuar ya sea de buena o de mala.
-¿Qué es lo mejor del momento que vives en tu carrera?
El aprendizaje que me han dejado los proyectos. Siempre le saco el máximo provecho a cada personaje, porque me gusta llevarme una lección de cada cosa.
-A la hora de elegir un proyecto, ¿se inclina por un director, una historia o un elenco?
Es un juego de cosas. Me fijo mucho en la historia y también en el director. En el elenco no tanto porque, si tengo un buen director, él va a armar un buen equipo.
-¿Qué personaje recuerdas con más cariño?
Sarita en ‘Quieta Margarita’ (1988), mi primer papel.
-¿Y qué personaje ha significado el mayor reto de su carrera?
También Sarita en ‘Quieta Margarita’, porque desconocía lo que significaba actuar y fue aprender a palo. De hecho al terminar la novela dije: “en mi vida piso un set”.
-¿Cuál es tu rutina antes de acostarte?
Cuando estoy trabajando, leo libretos, pero cuando tengo tiempo libre, leo libros. Es curioso, porque de pequeña odiaba leer, pero a partir de leer historias le tomé gusto a la lectura.
-¿Has pensado en retomar tu carrera musical?
A estas alturas, ya no. A mí no me interesa hacer música por vender y lo que a mí me gusta no es del todo comercial, me gusta el bossanova, el jazz y el bolero. Entonces, ya me quedo con la actuación, que fue por lo que me incliné hace varios años. Yo trabajé con Kike Santander cuando él hacía singles. Te estoy hablando de 1987.
-La música, entonces, ¿es un proyecto muerto?
A nivel comercial es seguro, eso funcionaría en un público pequeño. Pero aclaro: No sería para postularlo a un Grammy (risas).
-¿Cuál es tu sueño frustrado?
Yo le doy gracias a Dios por haberme permitido hacer todo lo que he querido. Nada me ha faltado.
-Has trabajado en muchos países de Latinoamérica, pero jamás en México, ¿trabajaría allí?
Es un mercado que no me interesa, pues no me gustan sus historias.
-¿Se diferencia mucho el trabajo de tu natal Colombia con el de otros países?
No tanto en Argentina y Estados Unidos como en Venezuela. Ellos no dirigen, ellos “ponchan” (graban). Por lo menos eso pasa con los dos directores que tuve.
-¿Cómo haces para mantenerte tan radiante?
Estar tranquila. Yo me acuesto todas las noches dándole gracias a Dios por mi hija, por mi esposo y por mi trabajo. Además, sirven mucho las cremitas en las noches (risas).
Natalia Ramírez fue Rosario en ‘Perro Amor’:
Edad: 48 años. Profesión: dueña del negocio de catering. Rosario es una mujer buena, trabajadora, y echada para adelante, símbolo de la clase trabajadora, que tiene que matarse para poder sacar adelante a sus hijos y mantener la casa. Hace incalculables esfuerzos para poder llegar a fin de mes.
Buena hija, pero algo débil de carácter frente a su madre, quien ha sido la que en últimas ha regido su destino en el amor y en buena parte en la educación de sus hijos. Enamorada profundamente del padre de sus hijos, Ángel, un hombre con quien se casó y por el cual lloró cuando la abandonó. Esa herida profunda que tiene en el corazón marca su manera de percibir los hombres y hace que quiera proteger a Sofía del sufrimiento.
Madre comprensiva y cómplice, que se ha dejado manipular por su hijo menor a quien sobreprotege y justifica constantemente. Se apoya en Sofía como redentora de la familia y a quien considera su mayor orgullo. Honesta y sin los aires arribistas de su madre Ligia, apoya siempre a Sofía en los momentos difíciles y siempre está para ella. Sufrirá una gran decepción cuando descubra que su hijo menor es drogadicto y hará lo imposible por sacarlo de la droga.
Creyente de la virgen, es una mujer llena de fe. Volverá a enamorarse de su esposo Ángel pero esta vez, se enfrentará a su madre y a su hijo por hacer valer este amor. Representará la mujer que reencuentra la coquetería, el amor, el romanticismo y la felicidad por encima de todos.